14 de junio de 2008

Yo, Dios Iluso

Contando con la alegría de un momento ínfimo me recuesto y enciendo el tv. Como desde hace 32 años la sangre se pasea implícita y explícitamente por la pantalla, desde hace 32 años que existe todo, hace 32 años los creé a todos con la ilusión de tener compañía, de crear lazos con algo, de amar. Así me desilusionaron mis propias creaciones, en un pricipio parecían perfectos, no era posible tener problema alguno, las cosas sucedían y yo salía caminando y silbando, sonriente. Ahora los miro y todo es terrible, mis creaciones son como yo, perversas, siguen sus instintos autodestructivos y destrozan todo lo que en apariencia les sirve: personas, árboles, cerros, aguas, aire, corazones, confianzas, cariño.



Me levanto, apago esa cosa rara y salgo al mundo, a mi mundo. Se me presenta y se burla, una de mis creaciones me sonríe y luego saca la pila de su pendrive y la bota junto a mis pies. Creo que esto tiene poco sentido, ahora escribiendo frente a una pantalla apago el monitor y miro mi reflejo, mis ojos cansados susurran un perdón, yo les recito a De Rokha:


"Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi vestido es pobre; sin embargo, mis cantares absurdos, inéditos, modestísimos suman el pensamiento, TODO el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país HECHO poeta, por la gracia de Dios; desprecio el determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surje pariendo axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la mala aldea clerical de la rutina. "



Mejor salgo de la ciudad, y entre los desiertos recuerdo cuando en mi mundo había mucha vegetación, y mis creaciones tenían vida:

Me encontraba yo caminando por un sendero lleno de arbustos de colores, unos amarillos, otros rojos y otros verdes (si!, eran verdes!!) cuando apareció de entre un arbusto azul una mujer, una bellísima mujer azul oscuro que en un principio me pareció normal, pero en la medida que se acercaba noté que era descomunal, gigante, sobrecogedoramente despampanante. Debía medir al menos cuatro metros, y caminaba directo hacia mí. Con mi usual tranquilidad la esperé, tratando de no parecer muy sorprendido (o aterrorizado) y así no auyentarle o hacerle sentir mal.
Comenzó a correr hacia mí, casi doy media vuelta y emprendo la huída, pero aguanté con la valentía que sólo los suicidas tenemos, casi con la ilusión de que me partiría la cabeza de un manotazo. Cando estuvo frente a mi se detuvo derrepente y se agachó, me tomó en brazos y corrió por entre los árboles, saliendo del camino de arbustos. Mudo ante la situación comencé a mirar su rostro, estaba asustada, sus grandes y hermosos ojos brillaban de adrenalina... y algo raro... me daba la impresión de que me salvaba de algo, y que yo era alguien muy preciado para ella. Miraba hacia atrás y seguía corriendo, mirándome de vez en cuando como asegurándose de mi bienestar.
Por fin nos detuvimos, y entre sus enormes senos me cobijó durante unos minutos detrás de un árbol milenario (debo reconocer que fué muy agradable), hasta entonces no había escuchado su voz, por lo que interesado quize hablarle.

- emm... hola, de qué me salvas?

- de ti mismo!, venías allí detrás, te hubieras visto la cara!! demasiado miedo! tus dedos eran grandes espadas filosas!!
tus dientes!!! tus ojos desorbitados llenos de odio!!!terrible!, aún estoy espantada.

Algo me decía que tenía razón, aunque lo que me decía era un tanto absurdo, sus ojos decían la verdad (en eso soy buenísimo, reconociendo la verdad en los ojos de las personas). La abracé y entre sus senos de gigante me dormí.


Que tiempos aquellos.



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Pintura: Moonlight, Edvard Munch

1 comentario:

UE en los Medios dijo...

Muy buenas letras.
Amigo, espero las mismas para artenorte.cl