19 de agosto de 2008

El gran circus cuáticus


El público llenaba nervioso y expectante los raídos tablones de la galería del circo. La oscuridad absoluta y la sensación de pesadilla que inundaba el lugar hacía que los menos perceptivos rieran nerviosos, sin saber que decir, el resto intentaba ver algo dentro del silencio. El perturbador ruido del foco encendiéndose y la inmediata iluminación cenital hacia el centro de la pista encandiló y captó la atención inmediata de todos, el polvo de la pista comenzó a elevarse lentamente y arremolinándose subió tornándose en la figura de El Alquimista, quien a 10 centímetros del aire saludó en reverencia girando sobre su eje. Levantó una mano, la empuñó y golpeó su pecho fuertemente en el corazón. En lugar del circo sólo quedó un gran espacio desolado.


foto: aullidos web dedicada al cine fantástico
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